lunes, 30 de abril de 2012

Día 9. 2ª parte: Moflete al descubierto.

A la hora de la 2ª cura diaria, al entrar en el baño donde se hospeda Cris, allí estaba él, esperándome subido en el borde del lavabo (aún con su collar isabelino, claro). Me he encontrado con que la costra de la herida que Cris tiene en el moflete derecho estaba desprendida y con mala pinta. Se la he quitado con cuidado para evitar abrir la herida que parece estar algo cerrada en su extremo. He estado mirando como quedaba el tema y he pensado que para acceder mejor a la herida y curarlo sin obstáculos sería mejor afeitarle esa zona así que, dada la buena disposición del bueno de Cris, me he puesto manos a la obra. Primero le he quitado los bigotes de ese moflete, con todo el dolor de mi corazón porque par los gatos son muy importantes, luego lo he rasurado. Ahora la herida se ve mejor, la he higienizado con agua oxigenada. También le vendrá bien tener esa zona al descubierto para poderle coser bien, en caso de que sea necesario en la próxima visita al veterinario. En esta ocasión, a parte de las tareas ya rutinarias de limpieza, hidratación y alimentación, también le he quitado los puntos de esparadrapo a la herida de la cabeza, la he limpiado y dejado al aire para que se seque bien, a ver si va curando algo.

Día 9. 1ª parte: Retoque nasal.


Después de sustituirle la gasa de la cama porque le tenía mojada, tras la noche, le he dado algo de agua con suero y después una buena dosis de papilla de verdura y carne, en ambos casos con ayuda de las jeringas porque aún no traga bien y no come sólo. Le he limpiado la cara y desatascado con agua oxigenada el orificio derecho de la nariz, a la que me he quedado un buen rato observando porque hace que tenga completamente desplazada la trufa (para los que no lo sepan, es la parte frontal de la nariz, la que suele ser de color rosa y estar húmeda). Le he limpiado bien la herida y quitado la costra, con la intención de cerrar más la herida, con ayuda de unos puntos de esparadrapo, pero a la hora de ponerlos no se pegaban al pelo ¡¡mala pata!! Así que he cogido una maquinilla de afeitar, de las de usar y tirar, y al lío, le he afeitado casi toda la nariz. Después la he limpiado bien y le he podido pegar los puntos, por fin. Sigo estando maravillado con lo manso que es Cris, estoy realmente alucinado y, la verdad, esta circunstancia es muy buena para que yo pueda curarlo en condiciones o, al menos, lo mejor que puedo e creo. Después de esta pequeña operación lo he dejado durmiendo como un bendito.

sábado, 28 de abril de 2012

Días 4, 5, 6, 7 y 8: Ya tiene nombre.


Los cuidados intensivos siguen, al menos dos veces al día. Alimentación por boca y con ayuda de jeringas, una de ellas tipo “catéter de alimentación” que he comprado para la ocasión, en una farmacia donde estuve mirando todos los tipos posibles. Parece que el gatito está más despierto, con un poco más de energía. Cada vez que voy a hacerle una cura, compruebo que la herida de la nariz está completamente obstruida por la supuración y tengo que limpiarle bien con los bastoncillos.


Aún no controla dónde y cómo orinar y hacer caca, menos mal que tiene puesta en la cama la sábana absorbente, eso ahorra bastante tiempo.

La herida de la cabeza no está cicatrizando bien. No se si será por culpa de la pomada, de que aún no ha terminado de supurar o de que el animal están tan desnutrido que su organismo no tiene recursos suficientes para ello. Le he afeitado la zona, después la he limpiado bien y, por último, le he puesto dos puntos de esparadrapo y algo de Betadine, a ver si así mejora la cosa.


Este gatito está empezando a dejar de ser un desconocido y se merece un nombre ¿no? Pues he pensado que, en honor a la crisis que estamos padeciendo y la que él está sufriendo particularmente, se llamará Cris.

viernes, 27 de abril de 2012

Día 3: Encuentro con el cirujano.


Es jueves, 12 de abril, y hemos vuelto a la clínica para que lo vea la veterinaria y el cirujano. El cirujano ha visto la herida muy inflamada y, con ese panorama, ha decidido esperar a que baje la infección. La veterinaria me ha dado antibiótico y antiinflamatorio, en inyecciones, para ponérselas hasta la próxima visita a la clínica, a ver si entonces puede ser operado. He aprovechado para llevarme algo más de suero alimenticio, para dárselo con agua y que se vaya recuperando de la deshidratación.

Día 2: Cuidados intensivos.

Siguiendo las indicaciones de la veterinaria, estoy utilizando guantes cada vez que curo y alimento al gatito, para evitar posibles contagios a Azul y Verde. He pensado que sería buena idea utilizar, para su cama, algún tipo de pañal de bebé o algo absorbente porque aún no sabe utilizar el cajón de arena y tampoco es muy práctico ponerle trapos nuevos cada vez que se orina. En la farmacia he comprado unos protectores absorbentes de los que se usan para evitar manchas en las camas de los enfermos y se lo he puesto en su camita. Se me olvidaba, le he puesto las dos inyecciones que me dio la veterinaria (antiinflamatorio y antibiótico). Sigo curándole la herida de la cabeza con pomada cicatrizante.

miércoles, 25 de abril de 2012

Día 1. 2ª parte: Conociendo a la veterinaria.

... lo metí en un transportín y me lo llevé, del tirón, al veterinario de la SPAPS (Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Sevilla). De camino a penas se quejó, supongo que estaría impresionado por aquella desconocida situación para él. Al llegar a la clínica, la sala de espera estaba llena perros y sus respectivos dueños, lo que añadía puntos al nivel de estrés del gatito. Tuvimos que esperar más de una hora hasta que fue nuestro turno, entonces fue cuando el gatito, de momento llamado “sin nombre”, conoció a la veterinaria y viceversa. Lo pesamos, lo examinó, le puso el termómetro. El gatito tenía mucha inflamación y fiebre. Me expuso las dos opciones posibles; opté por la mejor para “sin nombre”, intentar salvarlo. Le puso dos inyecciones (antinflamatorio y antibiótico) y me dio otras dos para que se las pusiera yo al día siguiente. También me dijo que le diera agua con suero ya que estaba muy deshidratado y que le pusiera un collar “isabelino”. Quedamos en que volvería el jueves, 12 de abril, para que, una vez reducida la inflamación, se pudiera valorar mejor la situación y aprovechar para que lo viera también el cirujano.

Día 1. 1ª parte: El encuentro.

El martes, 10 de abril, al llegar a casa por la tarde, me encontré delante de la puerta a un gatito, calculo de unos 2 años, totalmente desfallecido, escuálido y con la cara desfigurada. A pesar de el calor que hacía y que le estaba dando el sol directamente, él estaba allí quieto, como si me estuviera esperando, a pesar de que no lo conocía de nada (al menos eso creo). En otras ocasiones, cuando me he topado con alguno de los gatos callejeros del barrio, suelen salir corriendo pero este seguía allí, sin fuerza alguna para moverse. He de admitir que, por un momento, deseé que se marchara pero luego pensé que tal vez estaba allí porque, en el fondo, sabía que aquel era territorio gatuno y podrían echarle una mano. Entré en casa y cogí unos guantes, aprovechando para cerrar el trastero donde duermen Azul y Verde, mis dos gatas. Salí a la calle y me acerqué despacio y con precaución al gatito, no sabía como podría responder y tampoco sabía si tenía algún hueso roto, lo cogí colocando las dos manos por debajo de la tripa y lo metí en mi jardín.


Tenía todo el hocico lleno de sangre, ya seca por algunos lados, y el ojo derecho cerrado y lleno de lágrimas secas. A penas podía respirar y tenía casi media lengua fuera de la boca. Pensé que algo de agua y comida le vendría bien, así que cogí unos platos metálicos y le puse agua y comida de lata para gatos (la que utilizo para sobornar a mis gatas cuando quiero que entren en casa). El gatito no mostró ni el más mínimo interés aunque más bien creo que lo que pasaba es que no podía ni con su alma. Decidí limpiarle las heridas y fui a por gasas y agua oxigenada, al volver me lo encontré intentando saltar por encima de la valla del jardín ¡¡increíble!! No tenía fuerzas para comer pero si para escapar, bueno, no suficientes porque no lo logró. Lo cogí y lo subí en una mesa, empecé a limpiarlo con cuidado. Descubrí entonces que tenía todo el hocico destrozado, con un buen corte que iba desde uno de los orificios de la nariz hasta el final de la mejilla derecha. Aparte tenía otra herida grande en la parte superior de la cabeza, hacía el lado izquierdo. La situación era más grave de lo que creía y me preguntaba qué podía hacer, cómo iba a organizarme para cuidar de este gatito sin que mis gatas entraran en contacto con él, desconocía su estado de salud y si éste podría afectar a Azul y Verde. Después de pensarlo un ratito, decidí responder a la “petición” de auxilio de aquel pequeño colega y, ya que la envergadura de sus heridas superaba las posibilidades de mi improvisado hospital de campaña, ...