miércoles, 6 de junio de 2012

Día 52. Normal, dentro de lo que cabe.

La mañana ha transcurrido en el baño para el bueno de Cris, porque sigo sin fiarme de dejarlo hasta después de comer en la azotea, ya que empieza a hacer bastante calor a partir de las 12:00. Confiado de que no se tocaría la herida de la boca, lo he dejado sin el collar isabelino. Por la tarde, le he pegado un buen regado a la azotea y lo he subido con algo de comida fresca (esa para perros que tanto le gusta. Espero que no se me convierta en uno de ellos, sería toda una decepción, aunque marcase un hito importante en la historia de la evolución animal). Antes de irme a la cama, lo he bajado a su baño para curarlo. Me he puesto la ropa de tarea, me he sentado en el báter y lo he cogido en brazos, para arroparlo un ratito, como se hace con los bebés, ya que el pobrecillo estaba faltito de cariño. Después de un largo, profundo y agradecido ronroneo, me he puesto con la tarea de enfermería. En la encía que tiene mala, con gengivitis, he encontrado algo de sangre, supongo que será normal, en este caso. A duras penas se la he limpiado con un bastoncillo y algo de papel higiénico, porque estaba un poco molesto y, la verdad, no le gusta mucho que le trastee la boca y ande abriéndosela. La verdad es que, con esos colmillos que tiene, da un poco de yuyu andarse con bromas, sobre todo cuando empieza a mover el rabo (primer aviso).

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