miércoles, 8 de agosto de 2012

Día 88. Espabilado.

Esta mañana ya estaba como si no le hubiera pasado nada. Cris es un superviviente, todo un gato de acero a pesar de su apariencia de “lindo gatito”. Dados los últimos acontecimientos, es decir, la muerte de Azul, una de mis dos gatas, y el hecho de que la adopción de Cris no termina de cuajar, por decir algo, creo que la posibilidad de que me lo quede empieza a coger fuerza. Por supuesto, dependo de la aceptación de Cris por parte de Verde, mi otra gata que, con 11 años, no se si estará por la labor de admitir en su entorno a un joven y atractivo macho peludo. Por si acaso y en previsión del futuro encuentro, he llevado a Verde a vacunar. La pobre, que no disfruta nada de los viajes en coche, se ha pasado todo el trayecto llorando. En la sala de espera ha estado muy callada, observando desde su transportín a dos perros que no paraban de ladrar y que eran tratados por su dueña como si de bebés se tratara. La veterinaria ha pesado a Verde y le ha puesto la vacuna contra la rabia, citándome para ponerle el resto de vacunas después de 21 días; un rollo, porque esto significa que no podré presentarlos hasta entonces. Me ha dicho que le diera una pastilla para los parásitos internos y que estuviera pendiente de la gata en los próximas 3 horas por si se le producía una reacción alérgica y se hinchaba (entonces tendría que llevarla a urgencias). Después de lo de Azul, esto me ha preocupado pero bueno, he esperado el tiempo indicado y no ha pasado nada con la gata, todo ha ido de fábula. Mejor así.

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