miércoles, 8 de agosto de 2012

Día 94. Viaje en balde.

De vuelta a casa, cuando he ido a preparar a Cris para llevarlo al veterinario, me he encontrado el grifo del bidé abierto. A saber cuando lo abrió, espero que no haya sido demasiado temprano, me tiemblan las piernas pensando en la factura del agua que me puede venir este mes. Hoy tocaba visita al veterinario para quitarle los puntos, bueno, el punto, porque sólo le queda uno, precisamente el que está en la zona que menos falta le hacía. Lo he metido en el transportín pero antes le he dado algo de agua con la jeringa grande ya que, al tener el collar isabelino, no puede beber del cacharro con agua que le tengo puesto en el baño.
Desde que hemos salido de casa no ha parado de llorar y, como ya es habitual en estos pequeños viajes, a los pocos minutos de salir, se ha hecho caca en el transportín. He tenido que parar, limpiarle la arena, una pata y el borde del collarín; suerte que llevaba una servilleta y he podido salvar la situación, in extremis. La espera en la consulta ha sido corta. Los dos cirujanos han visto a Cris y no se han extrañado de que se hubiera soltado los puntos. Me han dicho que me olvidara ya de la cura del escroto, que no le pusiera más pomada cicatrizante. Respecto a la operación de la nariz, han postpuesto la retirada del punto a la semana que viene y me han dicho que le siga poniendo el colirio en la herida.
Ya en casa, le he puesto algo de comer y después lo he subido a la azotea, hasta la noche. Ya tarde, lo he vuelto a bajar y le dado la cena.


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