miércoles, 8 de agosto de 2012

Días 89 al 93. Doble curación.

Ahora vuelve a llevar puesto el collar isabelino, toda una lata porque así no puede comer las croquetas secas y he de ponerle comida fresca en cada una de las tres tomas diarias, que es cuando se lo quito. Os preguntaréis por qué no le pongo las croquetas entonces, pues porque me conviene que se coma la comida con cierta rapidez ya que tengo que estar pendiente de él para que no se toque los puntos o se intente lamer las heridas. La cura de las heridas se la suelo hacer por la noche porque es cuando estoy más tranquilo y no tengo prisa alguna.
El cirujano le puso cuatro puntos en la herida de la nariz y han ido cayéndose, desgarrándose, ... hasta que se ha quedado sólo con uno, el que menos importancia tenía. En cierto modo, para mi ha sido un alivio porque la verdad es que, a pesar de habérselo propuesto al veterinario, no me terminaba de convencer la solución que le había dado al problema ya que la trufa (esa parte carnosa que tiene en el hocico) se le había quedado muy torcida e incluso hacía que el único orificio bueno quedara más cerrado que antes de la operación.


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